El porqué de los tratamientos capilares en los salones de peluquería

Los tratamientos capilares son el conjunto de medios que se ponen en práctica para la curación o alivio de las irregularidades o enfermedades del cabello y el cuero cabelludo.

En este prefacio sobre el porqué realizar servicios técnicos y profesionales como son los tratamientos capilares en los salones de peluquería, expondré una serie de razones y reflexiones que he ido madurando a lo largo de toda mi vida profesional y que son fruto de acaloradas conversaciones con mi equipo de asesores y colaboradores.

Creo que las siguientes consideraciones serán de utilidad, tanto para aquellos profesionales que lleven ya algún tiempo realizando este tipo de servicios como para aquellos otros que se inicien en este apasionante mundo del conocimiento de la vida y anomalías del cuero cabelludo y el cabello.

A los primeros, en la mayoría de los casos, les servirá de motivación, al confirmar y aumentar las razones y argumentos para continuar realizando tratamientos capilares. Y a los otros ha de servirles para abrir los ojos ante uno de los aspectos más interesantes que se les ofrece a nuestra profesión en estos momentos: conjugar la posibilidad de ampliar conocimientos sobre la materia que cada día tenemos entre nuestras manos y la oportunidad, nada despreciable, de fomentar la rentabilidad de nuestros negocios, desde una perspectiva de renovación y cumplimentación de nuestro servicios.

A continuación vamos a exponer y argumentar varias de estas razones, que espero compartan conmigo, del porqué de los tratamientos capilares en los salones de peluquería.

1. POR PROFESIONALIDAD

2. POR ECONOMÍA

3. POR PRESTIGIO Y PUBLICIDAD

4. PARA CONSERVAR NUESTRA CLIENTELA

Por profesionalidad

Pienso que es misión del peluquero la lucha por dignificar nuestra profesión y situarla social y profesionalmente en el lugar que le corresponde.

Hay que desterrar, de una vez para siempre, esa torpe imagen que de nosotros tiene buena parte de la sociedad. Imagen que, sin duda, nos hemos granjeado, a base de, a través de los tiempos, hacer un poco de todo: sacamuelas, sangrías, elaborador de ungüentos, embaucador, mago de feria y, en el peor de los casos, “el timador del crecepelo”.

Digámoslo de una vez por todas, claro y alto: los crecepelos no existen.

Esa imagen que históricamente ha ido asociada a nuestra profesión, junto con otra más actual de un profesional cargado de varices y con problemas de columna, inculto, con pocos estudios y de escasa formación. O cuántas veces no han oído ustedes, a lo largo de su vida profesional, alguna de estas frasecillas:

– Bueno, si el niño/a no sirve para estudiar, pues peluquero/a.

– Podría usted tener al niño/a en la peluquería, aunque no le pague, por lo menos no está en la calle.

Frases como esta y muchas otras más, quizá de peor gusto, seguramente podríamos aportar todos al largo rosario de ignominias y descalificaciones que sobre nosotros pesan. Y que nos hemos ganado por falta de profesionalidad.

Yo, en este punto, quiero romper una lanza en favor de nuestra profesión y decir que ser peluquero/a es una vocación; se trata de una labor creativa y artística, de un oficio artesanal que necesita de una gran preparación.

Por eso considero que realizar tratamientos capilares con una buena formación y una sólida preparación va a contribuir a despejar esa y otras dudas acerca de nuestra profesionalidad. Va a ayudar a conseguir que la gente confíe más en nosotros, despreciando la idea de que los peluqueros no entendemos esas cuestiones, que sólo es una cosa de médicos o que tan sólo es una forma de sacarles dinero.

Cuando realizamos servicios tan técnicos y especiales como son los tratamientos capilares estamos diciendo que el peluquero es un profesional con formación, y esto lo presenta como una persona con estudios, culta. Que domina perfectamente el medio y la materia con la que trabaja y que puede aportar consejos específicos a cada paso que se le presente.

Nos permitirá hablar con autoridad de algo tan respetuoso y serio como es el cabello, y no digo respetuosos exclusivamente porque conforma nuestra imagen , sino porque es el cabello el que nos da de comer. Y porque para la totalidad de nuestros clientes la imagen de su cabello es una parte esencial, que ellos tienen en alta estima y consideración. Y su buen estado, además de denotar un aspecto saludable, les hace sentirse felices. Entonces, ¿cómo no va a ser importante para mí el cabello si me da de comer y hace sentirse felices a mis clientes?

Además, realizar tratamientos capilares nos permitirá utilizar un vocabulario más técnico, utilizar las palabras más apropiadas; en definitiva, hablar con propiedad.

Les invito a observar las siguientes expresiones y reflexionar sobre ellas:

– Tienes una lluvia de caspa sobre los hombros.

– Usted tiene un proceso descamativo acelerado.

Y convendrán conmigo que la primera versión es una vulgar observación, impropia de un profesional de la peluquería. Que no aporta nada en absoluto a la versión que el cliente tiene de su problema.

En el segundo caso usted está aportando una aproximación técnica a los síntomas que padece su cliente, demuestra que los conoce y que está preparado para darles solución. Da lugar a  que su cliente le pregunte sobre esa descamación y usted tendrá más argumentos para iniciar un tratamiento capilar.

Eso precisamente es una muestra de profesionalidad, que indudablemente el cliente detecta con asombrosa rapidez y le permite catalogar al profesional en el nivel que le corresponde, distinguiéndole de los demás.

Cada día con más insistencia, la gente reclama de nosotros una mayor preocupación y un mejor trato de sus problemas capilares, ya que somos de los primeros en poder detectar cualquier anomalía capilar. Y nuestra respuesta profesional debe ser conocer perfectamente la materia que tenemos en las manos, el cabello y el cuero cabelludo, y respetar las leyes de la salud de la piel y del cabello.

Al igual que el médico conoce el cuerpo humano, el mecánico las piezas del coche y el carpintero la madera con la que trabaja, el peluquero debe tener un dominio profundo del cabello y su hábitat. Y esto pasa, inexorablemente, por el conocimiento de la estructura y funcionamiento de la piel y, especialmente, del cuero cabelludo.

El desconocimiento de este hábitat da lugar a cometer imprudencias, pequeños ataques o agresiones que dificultan su sano funcionamiento.

Conocerlo es respetarlo. Respetarlo es cuidarlo en todas y cada una de las fases de su vida. Por ello creo que son labores fundamentales del profesional de la peluquería, además de los trabajos técnicos que habitualmente realizamos en nuestros salones:

 La higiene capilar

– La detección de determinadas anomalías 

– El tratamiento de las anteriores anomalías

– La prevención de los problemas capilares

Sería importante que nuestros clientes vieran en nosotros verdaderos profesionales y cuando creamos que el problema que se nos plantea no es de nuestra competencia, honestamente aconsejemos que visiten un especialista de la medicina.

Después de reflexionar sobre el porqué de los tratamientos capilares en los salones de peluquería nos aportan profesionalidad, me gustaría concluir diciendo que en la lucha por dignificar nuestra profesión y situarla social y profesionalmente en el lugar que le corresponde, los tratamientos capilares contemplados dentro de una perspectiva de salud general, son una inmejorable herramienta.

Por economía

Cuando hablamos de un salón de peluquería, nos estamos refiriendo a un negocio, artístico, ciertamente, pero no deja de ser un negocio. Un negocio con una estructura elevada de gastos. El local, ya sea propiedad o de alquiler, mantiene unos costes fijos, que se han de contemplar en el cómputo global de gastos. Mobiliario y herramientas, sujetos contablemente a algún tipo de amortización. Suministros: agua, electricidad, teléfono. Los productos necesarios para iniciar la actividad: champús, lacas, permanentes, etc.

Digamos que éstos son algunos de los gastos previos antes de iniciar una actividad en un salón de peluquería, sin contar con la parte de impuestos y obligaciones fiscales: I.A.E., autónomos o constitución de una sociedad.

Si a toso esto le añadimos que por necesidad de nuestros servicios, de nuestros clientes, de nuestro mercado, ya no son rentables las estructuras unipersonales, tendremos que añadir unos gastos de personal: nóminas, Seguridad Social, etc.

Convendrán conmigo en que los salones de peluquería son una compleja empresa de gastos; compleja no como una multinacional o una empresa textil, zapatera o metalúrgica, pero sí para nosotros que somos profesionales creativos y artísticos, y esto supone o una dedicación extra o un desembolso adicional. Por lo tanto, a lo anteriormente expuesto sumen ustedes los gastos de administración y gestoría.

Bueno y otras tantas cosas que tiene nuestro negocio una vez que comienza a funcionar: renovación de materiales, decoración, aire acondicionado para crear un ambiente más agradable en nuestros salones, música, revistas, etc.

Este es en esencia el panorama económico que se nos presenta, con el que hemos de convivir y al que tenemos que extraer la rentabilidad que nos permita comer y mantener la constante inversión que nuestro salón necesita: mejoras, ampliaciones y cambios.

Nosotros trabajamos con la moda, con los gustos, con la estética y estamos sujetos a los vaivenes caprichosos de nuestro mercado. Es cierto que hace unos años la gente asistía a los salones con mayor frecuencia de lo que lo hace ahora. Actualmente, nuestro cliente distancia más sus visitas; creo que busca más un servicio de necesidad, que el corte sea más cómodo y duradero, el moldeado que le permita mojar el cabello y salir corriendo o el color que le dé luminosidad a su rostro durante el mayor tempo posible.

Pero también, cada día con mayor frecuencia, nuestros clientes y a estructura económica de nuestros salones como empresas de gastos, nos han de estimular a buscar RECURSOS, para poder hacer frente a esas necesidades y a esos elevados gastos.

Una de las principales posibilidades de recursos, frente a esas necesidades que se nos plantean, son LAS ESPECIALIDADES.

El público es cada día más exigente y busca servicios de calidad; por ello busca especialistas en cada materia. Es frecuente encontrar a personas que para peinarse acuden a un establecimiento donde ofrecen un servicio higiénico, rápido y económico, pero cuando la situación social le requiere algo especial, como puede ser la boda de un allegado o una cena de gala, entonces estos clientes buscan un profesional especialista.

Pues bien, en los tratamientos capilares ocurre exactamente lo mismo. Y si usted no está preparado y no realiza estos servicios, que sin lugar a dudas su cliente reclama, él lo buscará en otro salón. Tenga por seguro que no le importará pagar algo más por un servicio que él considera especial e importante.

Es por lo que yo quiero hacer particular hincapié en que, entre los recursos de especialidad que se le ofrecen a nuestros salones para hacer frente a nuestros gastos y a las necesidades de nuestros clientes, los tratamientos capilares son, sin duda, un arma eficaz que cubre no sólo las necesidades actuales, sino que, además, nos ofrecen unas expectativas comerciales de futuro nada despreciables.

No me gustaría acabar este apartado sin recordar que no todos los problemas capilares son iguales. No todas las alopecias tienen el mismo comportamiento. Ni todos los procesos descamativos tienen la misma etiología ¿Verdad que todos los problemas de estómago no son iguales ni se remedian con el mismo fármaco? Pues en cuestión de tratamientos capilares, igual. Antes de recomendar cualquier producto, debemos realizar una exploración y detectar cuál es el problema concreto que afecta, a ese cliente en particular.

Debemos elaborar un CORRECTO DIAGNÓSTICO. Y si consideramos que el problema que tenemos entre manos no es de nuestra competencia, dirigir nuestro cliente a un especialista.

Esa debe ser nuestra filosofía: HONRADEZ EN EL DIAGNÓSTICO. Nuestros ingresos no sólo están en función de la venta del producto en el momento. Los tratamientos son duraderos y si su cliente queda satisfecho, le pedirá que se encargue de que no vuelva a ocurrir. De manera que usted será el encargado de la prevención de las posibles anomalías. Actúe como le gustaría que lo hicieran con usted.

Cuando recomendamos un tratamiento capilar sin haber realizado previamente, como mínimo, una inspección visual, estamos actuando al azar y el azar es para los juegos; los tratamientos capilares son prácticas serias y técnicas, no juegos.

Por prestigio y publicidad

Al mismo tiempo que nos es útil económicamente, como anteriormente hemos visto, el realizar tratamientos capilares en los salones de peluquería, también nos aporta un prestigio y una reputación como profesionales y nos distingue.

En los tiempos que vivimos, la publicidad se ha convertido en la panacea que todo lo remedia. Las grandes campañas publicitarias tienen su efectividad, ciertamente, pero son costosas para nosotros. Y otras más accesibles, como la prensa o la radio, tienen una relativa incidencia real en nuestro sector y también suponen una inversión, aunque no hay que despreciarlas, ya que nos pueden ser útiles para la presentación de nuestro negocio en un marco concreto o para el lanzamiento de algún nuevo servicio.

La mejor publicidad y el reclamo más directo, económico y rentable del que podemos disponer en nuestros salones es el propio trabajo diario, bien hecho y con profesionalidad.

Con cierta frecuencia acuden a nuestros salones personas que han sentido ganas de ponerse en nuestras manos, después de haber visto cualquiera de los trabajos que nosotros hemos realizado a cierto familiar o amigo.

El gusto por el cuidado de la propia imagen, ya no es un terreno exclusivo de la mujer; los hombres también se han concienciado de la importancia global de su imagen. Y en muchas reuniones o encuentros, hombres y mujeres hablan de su cabello, del color que éste tiene, del corte, del brillo, de la suavidad y de la caída, que tanto les preocupa y nos preocupa.

Al igual que conversan sobre otros aspectos estéticos como la ropa, las joyas o los zapatos o de los problemas de salud que les aquejan, tampoco descuidan repasar los cuidados de la piel y, en muchas ocasiones, las atenciones que su peluquero tiene con ellos.

Si usted ofrece unos servicios especializados de tratamientos capilares y una persona llega a su salón para que le proporcione estos servicios; si usted le elabora un correcto diagnóstico de la sintomatología que presenta, le da la solución apropiada, un trato profesional y agradable, en un alto porcentaje de probabilidades, esa persona volverá a su salón y le demandará otros servicios; posiblemente, no sólo tricológicos.

Por eso creo que debemos hacer tratamientos capilares en los salones de peluquería; porque nos distingue como profesionales formados, nos prestigia y nos publicita.

Aprovecho la ocasión que permite el hablar de publicidad para observarles una cuestión que con frecuencia nos pasa desapercibida en nuestros salones. Se ha preguntado usted, si no sólo la gente de a pie, sino su propia clientela conoce todos los servicios que usted ofrece en el salón.

Probablemente se asombrará usted al comprobar que sus propios clientes no son conocedores de la totalidad de la oferta de servicios que ofrece, incluyendo su preparación en materia tricológica.

Sería importante presentar con claridad y en el sitio más visible del salón toda la variedad de servicios que ofrecemos.

Por conservar nuestra clientela

Si en todo lo expresado anteriormente estamos de acuerdo, creo que será fácil que esta razón de porqué realizar tratamientos capilares en los salones de peluquería la compartamos unánimemente.

Si un cliente nuestro tiene una anomalía capilar y no somos capaces, por falta de formación o de preparación, de detectarlo y tratarlo, corremos el riesgo de que este cliente acuda a otro establecimiento similar al nuestro, con la diferencia de que en este otro establecimiento sí realizan tratamientos capilares. Y no sólo que le solventen el problema, sino que además le guste el trato que recibe y el servicio en general. Y la diferencia de precio no sea estimable.

Con toda seguridad acabaríamos de perder un cliente. Y creo que no estamos dispuestos a dejarnos arrebatar la clientela así porque sí.

Se trata de conocer la materia que tocamos diariamente, de conocer sus anomalías y poder tratarlas, de estar cada día más preparados para las necesidades que tienen nuestros clientes y nuestro negocio; además de procurarnos un recurso de especialización que nos permite tener una fuente más de ingresos para nuestro negocio, al tiempo que nos prestigia y nos da publicidad y nos permite mantener la clientela. Creo que son sobradas razones las aquí expuestas para que nos decidamos a realizar tratamientos capilares en nuestros salones de peluquería.

Quizás también te interese leer…

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *