El órgano cutáneo
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La piel es un órgano de excepcional transcendencia biológica, sin el que la vida sería imposible, ya que establece una frontera activa entre el cuerpo y el medio ambiente. Se trata de una envoltura en perpetua renovación y con capacidad de autorrepararse.

Morfología

La piel es una membrana externa, gruesa, resistente y flexible, que recubre la totalidad de la superficie corporal. En los orificios, se transforma en una membrana más fina y rosada denominada mucosa.

La piel es un órgano complejo de gran extensión, que contiene gran variedad de glándulas, nervios, vasos y músculos. Su tamaño y su peso van ligados a la atura y el grosor del individuo. Si tomamos unas medidas orientativas podemos decir que la superficie de piel en un individuo adulto de 70kg de peso y con una altura de 1’75cm es de unos 2 metros cuadrados aproximadamente y unos 4kg de peso. La cantidad de sangre que contienen los vasos cutáneos puede llegar al 30% de la sangre circulante.

El grosor de la piel es variable;  existen zonas más gruesas, como son las palmas de las manos y las plantas de los pies, y zonas más finas, como las superficies de flexión y extensión de los miembros, los párpados y la parte superior del cuero cabelludo.

En la cara dorsal de los dedos de las extremidades, la piel se protege con unas láminas córneas, las uñas. Menos en las palmas de las manos, en las plantas de los pies, en las mucosas y la última falange de los dedos, la piel está cubierta de pelos. Su superficie no es lisa; en ella existen una serie de orificios y pliegues naturales.

Los surcos interpapilares o huellas dactilares se encuentran en las palmas de las manos y las plantas de los pies, formando líneas curvas individuales y permanentes.

Los pliegues de flexión, visibles en las articulaciones, facilitan su movilidad (pliegues inguinales, axilares, flexura de los codos, rodillas, etc)

Las arrugas o pliegues seniles. Son debidos a la desaparición de la grasa subcutánea y, en parte, a la pérdida de la elasticidad de la dermis.

Los pliegues romboidales. Están distribuidos por toda la superficie cutánea, formando caprichosas figuras geométricas convexas. Están originados por la tensión permanente de la piel y por la desigual ordenación de las fibras elásticas de colágeno. Estos surcos suelen entrecruzarse en puntos en los que desembocan los conductos pilosebáceos o sudoríparos.

Estas desembocaduras de los conductos pilosebáceos y sudoríparos son la causa de la multitud de orificios que pueblan la piel, vulgarmente conocidos como poros de la piel.

Color

Si convenimos que el color que vemos en la piel es la luz reflejada que incide en ella, esta reflexión variará según sea absorbida por los distintos pigmentos y dependiendo del grosor de la dermis y la epidermis.

El color de la piel depende en grados variables de la presencia de tres elementos: la melanina, los carótenos y su propia vascularización.

La melanina sintetizada en los melanocitos es el factor principal que determina la coloración de la piel; este pigmento natural, el único de los tres producido por la piel, es el responsable del color de las diferentes razas. Según el tipo y la cantidad de melanina, éstas se clasifican, a grandes rasgos, en: caucasoide, negroide, mongoloide y australoide.

Los carótenos, otro tipo de pigmentos anaranjados, exógenos, que se adquirieren al ingerir cierto tipo de verduras y frutas (naranjas, zanahorias, tomates, etc.) y que confieren el color amarillo inherente a la piel. Se ubican, fundamentalmente, en el estrato córneo de la epidermis, aunque también los podemos encontrar en las glándulas sebáceas y en la hipodermis. Pueden ser transformados en vitamina A.

La vascularización también desempeña un importante papel en la coloración de la piel. Por los vasos sanguíneos circula hemoglobina. La hemoglobina es una protección pigmentada de los hematíes o glóbulos rojos, responsable de la coloración de la sangre. Actúa como vehículo del oxígeno desde el aparato respiratorio hasta las células de los distintos órganos. Cuando absorbe el oxígeno se denomina oxihemoglobina y es de un color rojo claro. La oxihemoglobina está en mayor proporción en las arteriolas cutáneas. Cuando pierde el oxígeno se la denomina hemoglobina reducida; entonces adquiere un color rojo oscuro, casi violeta o azulado y se encuentra en mayor concentración en las vénulas dérmicas. Esta coloración más roja o azulada depende de varios factores:

1. De la vasodilatación o vasoconstricción de las arterias y la circulación capilar. Cuando se produce una vasodilatación hay un mayor flujo sanguíneo y, por consiguiente, un aumento de oxihemoglobina, lo que da lugar a un aumento de la coloración de la piel. En cambio, la vasoconstricción produce una disminución del flujo sanguíneo, fundamentalmente en los capilares, lo que lleva consigo una palidez o falta de coloración.

2. La proporción de oxihemoglobina y hemoglobina reducida en la sangre. Si se produce una oxigenación insuficiente de la sangre aumenta la concentración de hemoglobina reducida; si ésta es superior a 5g/100ml, predominará un color azulado, denominado cianosis.

3. La cantidad total de hemoglobina. Si el nivel de hemoglobina en la sangre es inferior a 10g/100ml se produce una palidez y estamos ante un estado de anemia.

La coloración de la piel también depende de factores ambientales, como la exposición al sol. La exposición al sol, dependiendo de la duración y frecuencia, la intensidad de la luz solar y la sensibilidad del individuo, puede tener efectos perjudiciales (principalmente quemaduras) o beneficiosos, como el aumento de la formación de hemoglobina, estimulación de la circulación sanguínea y linfática o ayudar a metabolizar la melanina y el calcio.

Funciones de la piel

Debido a su situación en la superficie corporal, la piel está especialmente diseñada como un órgano protector y receptor y de ahí derivan sus diferentes y vitales funciones.

Protectora

Por su composición y textura protege a los órganos internos de traumatismos mecánicos, físicos y químicos, además de evitar la pérdida de agua.

La piel está sometida a agresiones mecánicas frecuentes (choques, cortes, picaduras, tracciones, etc.). La dermis y la hipodermis actúan como una almohadilla, amortiguando los golpes externos. Debido a sus fibras elásticas y colágenas, la dermis soporta estiramientos y presiones, volviendo posteriormente a su estado natural.

El 50% de la epidermis, la cara más externa de la piel, lo representa la capa córnea cuyas células están formando una red compacta que resiste los microtraumatismos y evita el paso de microbios y agentes químicos nocivos. Además controla la pérdida de líquidos, como el agua, esenciales para la vida, procurándole impermeabilidad.

Debido a la pigmentación epidérmica que le proporciona la melanina, nos protege también de las radiaciones ultravioletas, sin desdeñar el papel que, en esta función, desempeña el cabello.

Por medio de los vasos capilares, glándulas sudoríparas y por el tejido adiposo, la piel regula la temperatura del organismo. La vasodilatación y la vasoconstricción de los capilares aumenta o reduce, respectivamente, la temperatura de la piel. Cuando se produce una situación de calor exterior extremo, la secreción de la glándula sudorípara ecrina nos refresca la superficie cutánea. Y el espesor del tejido adiposo nos defiende del frío.

Como acabamos de mencionar, la piel puede elaborar sudor y también sebo, por medio de las glándulas sudoríparas y sebáceas, que permiten la eliminación de agua, grasa y toxinas. El resultado de esta actividad es la formación de una emulsión de sudor y sebo, el manto hidrolipídico.

Receptora

La piel recibe las sensaciones (tacto, temperatura, dolor) a través de las terminaciones nerviosas. Estos receptores son los que nos proporcionan información del exterior. Captan las sensaciones que les llegan y las transmiten al cerebro. Así, éste puede procesar esta información y actuar en consecuencia.

También es la primera en detectar ciertas anomalías del funcionamiento de los órganos vitales internos. Un picor, un eritema o una descamación, además de por agentes externos, puede estar provocado por el mal funcionamiento del aparato digestivo, por la mala circulación de la sangre o por cualquier otra afección.

Además expresa el estado de ánimo (rubor, acaloramiento, palidez, etc.) y gracias a su aspecto, tacto y olor desempeña un papel importante en la comunicación sociosexual.

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